Macarena Gómez / Universidad de los Andes -Chile

Terapia psicológica y caballos

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Desde que tengo recuerdos he tenido un amor y una conexión especial con los caballos. Recuerdo de niña los veranos en el sur de Chile, me podía pasar horas contemplando a estos seres que me parecían majestuosos, juguetones, conectados y divertidos. Siempre los andaba buscando, me perdía en los potreros y me quedaba horas en las pesebreras.

En muchas ocasiones notaba que se acercaban a mi para acompañarme, e incluso siendo muy pequeña nunca sentí miedo hacia ellos.   En cada encuentro, sucedía algo mágico, recuerdo la sensación de estar FELIZ,  EN CALMA… PLENA… hoy comprendo que era la activación del sistema Parasimpático.

Pasaron los años y las vicisitudes de la vida, me alejaron de los equinos, la carrera, el ser madre, la ciudad.

Hoy a mis 41 años, Psicóloga de profesión, he vuelto a conectar y de una manera muy especial, he comenzado a incorporarlos en mis terapias psicológicas. Y con unos resultados muy superiores a lo esperado.

El caballo es un animal muy especial, y ejerce sobre el ser humano, un efecto psicológico terapéutico único. En nuestras relaciones humanas, nos valemos de la razón, dándole mucha importancia a la apariencia, buscando la gratificación, y para esto no dudamos en usar el engaño o la manipulación. El ser humano siempre va en busca del camino fácil, el que me supone poco esfuerzo.

Con los caballos nada de esto funciona. Ellos se comunican con nosotros en un lenguaje no verbal, los equinos captan lo más profundo de nuestras emociones. Con ellos enseguida nos damos cuenta, de que lo único que vale es la autenticidad. Si no somos auténticos, ellos tomarán distancia, y nos lo harán saber. A medida que demostremos seguridad, confianza, ellos se dejaran guiar.

La terapia con estos animales consiste en afrontar nuestros miedos, nuestras inseguridades, conectar con nuestro yo interno. El se dejará guiar si nosotros le trasmitimos esa confianza, seguridad y humildad.  

Lo que intuitivamente ayudara al paciente a ir reforzándose física y mentalmente para poder ir creciendo en esa unión.

Esa comunicación que vamos aprendiendo de manera intuitiva cuando montamos, cuando convivimos con los caballos, es de una fuerza terapeuta muy efectiva. Ellos nos enseñan a vivir el presente, sin etiquetas, sin miedos, sin disfraz, respetándonos y respetando, siendo un refuerzo muy grande en el desarrollo de la inteligencia emocional.

Al caballo no lo usamos en nuestras terapias como un objeto, si no que lo incorporamos como un miembro más del equipo de terapeutas.  Ya que el cumple un papel, que el resto del equipo no puede suplir.

Yo aprendí con mi propia experiencia en el contacto con los caballos, que trabajar con ellos sana el alma, el cerebro y el corazón de los seres humanos. Regula el sistema nervioso.

Es por eso que empecé a combinar mi actividad terapéutica llevando el “setting” de la terapia a la grupa de los caballos, observando en esta maravillosa experiencia grandes resultados. Obteniendo de los pacientes los siguientes registros:

  • Mejor Concentración
  • Regulación corporal, emocional y sensorial
  • Practica de mindfulness: El caballo siempre está en el presente, en el aquí y ahora. Al estar montado en él, caminando a un ritmo pausado, se me olvidaron los problemas e  inseguridades.
  • Confianza en sí mismo: muchos pacientes llegaban muy asustados a montar, sin embargo al conocer y conectar con los caballos, perdían el miedo.
  • Fortalecimiento de la confianza: Se despliegan nuestros recursos cognitivos, emocionales, sociales etc.
  • Trabajo de vinculo padre/hijo: En muchos casos los niños sobre todo lo más pequeños montaban junto a sus padres, lo que ayuda a la conexión y correlación del adulto hacia el niño.
  • Logramos comunidad en manada: varias veces pudimos experimentar junto a otras mujeres la sensación de ser una manada junto a los caballos, sanando juntas, conversando en medio de la naturaleza montadas en los caballos. 

Macarena Gómez
Universidad de los Andes -Chile
macobre@gmail.com