Ruta del caballo por Sudamérica VII

La Ruta del Caballo Chileno por Sudamérica (VII). Argentina

Visita 13: Rodrigo López, Cabaña Cañumil, Tunuyán, Mendoza - Argentina. Visita 14: Eduardo Fabián Lucero, Argentina
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Después de los más de 8.000 kms recorridos, visitando hasta el momento 3 países y 12 criaderos detrás de la huella del caballo chileno, puedo decirles que hay algo muy entretenido en este mundo de los caballos. Y es que cuando llegas a casa de alguien que tiene la pasión por los caballos que tú compartes, “nace una amistad”, o al menos una afinidad de pensamientos, y tema de conversación para largo rato.

Y es por esa misma razón que nos costaba tanto despedirnos en cada una de nuestras visitas. Terminada la entrevsta en la Cabaña La Esperanza provincia de Buenos Aires, deberíamos recorrer 790 kms hasta nuestro siguiente destino, y ya era tarde. Así que nuestra prioridad fue buscar algún lugar para quedarnos y otro para cenar.

Recorrimos varios kilómetros, hasta llegar a la ciudad de Santa Rosa, capital de la Provincia de la Pampa. El hambre era prioridad al alojamiento cuando llegamos, así que preguntamos al primer peatón que nos encontramos, y este, nos indicó una pizzería.

Una vez escuché alguien definiendo a los Argentinos como: “Italianos que se creen Ingleses pero hablan español». Espero que esto se tome como la broma que es, y nadie se me ofenda, ¡pero de comida Italiana los argentinos sí que saben!

Y la pizza que nos esperaba en Grigio Pizza, en esta ciudad de 120 mil habitantes, no tenía nada que envidiarle a la Pizzeria Da Baffetto, en Roma- Italia.

Terminada nuestra cena de esas maravillosas pizzas, decidimos seguir avanzando, para que al día siguiente se nos hiciera más corto. Una pareja muy amable al escucharnos hablar sobre continuar el viaje, nos preguntaron a donde nos dirigíamos. Al contarles, nos recomendaron llenar el deposito del coche y avanzar con mucha precaución,  ya que la carretera por la Pampa es inhóspita  y se cruzan muchos animales. Así que tomamos nota, y las precauciones sugeridas y partimos para hacer 300 kms, donde efectivamente, se nos cruzaron varios animalitos, muchos zorrillos, zorros, liebres, y algún que otro armadillo.

Al día siguiente muy temprano estábamos en pie, para seguir camino, donde nos esperaba Rodrigo López, de la Cabaña Cañumil, en la provincia de Mendoza.  

La Cabaña Cañumil, si bien no es un criadero con muchísimos caballos, han sabido hacer bien las cosas, y es por esa razón que son un referente de excelentes caballos, sobre todo por ser ¡muy funcionales!.

En 1989, Nelson López, padre de Rodrigo, recibe de regalo un pequeño caballo de raza chilena: El Chuchoca, que iba a resultar un jefe de Raza.

Un caballo que fue durante varios años el más cotizado para montas, dando más de 600 crías, y con gran presencia hasta hoy, 16 años después de su muerte, en las sangres más veces finalistas del Freno de Oro en Argentina. 

Décima Tercera visita: Rodrigo López, Cabaña Cañumil, Tunuyán,  Mendoza – Argentina

Mi nombre es Rodrigo López, estamos en la provincia de Mendoza en Tunuyán en la República Argentina.

Nosotros tuvimos la suerte cuando éramos chicos de que el papá iba permanente a ver el Champions de Chile (Campeonato Nacional de Rodeo, que se celebra todos los años en el mes de abril, en la ciudad de Rancagua) de hecho tenemos la colección de los anuarios desde el año 57 del caballo chileno.

Entonces, nosotros arrancamos la cría con el caballo del comisario (» El que jamás pierde»).

Empezamos con Sepultura Cañumil, hijo de Aculeo Condorito con una hija de la Invernada del Paleta, o sea, arrancamos con un caballo chileno.

Nosotros acá teníamos vacas sin tener campos. Teníamos vacas en campos donde se dejaban para que pastaran, los famosos Talajeros que se llaman, y una dos veces al año se separaba el ganado y se lo marcaba.

Eso era un trabajo de cuatro o cinco días, y nosotros con estos caballos chilenos que usábamos no cambiábamos de caballo. Y sin embargo los otros Jinetes, llevaban tres o cuatro caballos, entonces la diferencia era abismal, abismal. Y eso es lo que mi papá vio, y por eso se inclinó a criar esos caballos chilenos. Y esos caballos, no son los mismos de hoy.

La evolución del caballo chileno, ha sido de una vertiginosidad admirable, el poder de recupero, de docilidad, de recuerdos que tiene el caballo chileno, es tremendo, comparado con otras razas. A uno que es caballista, le gustan todos los caballos. Pero este es un caballo muy versátil, un caballo que uno puede hacer todas las funciones que quiera con él.

En aquella época para nosotros, el caballo era para trabajar la vaca, y estos caballos su primera virtud era ser vaqueros. Iban muy bien para trabajar con la vaca. Eso referente al trabajo de campo, y después como deporte ecuestre en aquella época aquí en Argentina, se hacían las coleadas. Se soltaba la vaca y el jinete se acercaba, la agarraba de la cola y la tiraba.

Pero era un deporte muy violento, entonces Gonzalo Torres con Víctor Esevich y otro grupo de grandes jinetes, empiezan a hilvanar la prueba de la paleteada. Que es la salida de la manga (un corral estrecho de vallas de madera) y empiezan a pulir este deporte campero. Y ya de primeras, estos caballos empiezan a marcar esa diferencia.

En el año 2018 se marca un hito para nuestro criadero, que fue muy importante, tenemos una yegua chilena pura, corriendo las Paleteadas del Freno de Oro. La yegua Cañumil Matilda, corriendo las finales de Palermo, saliendo subcampeona. Además, dos caballos corriendo el Champions de Chile, Cañumil Invasor y Cañumil Martiniano. Algo nunca antes visto.

Y ¡gracias a Dios!, se conocieron primero nuestros caballos, y después a nosotros, o sea en las competencias empezaron a sonar nuestros caballos, el Chuchoca, el Chuchoca, Cañumil …y los criadores empezaron a ver de quien eran esos caballos.

Hay dos caballos en Argentina que marcaron un hito en la raza, y esos dos caballos fueron un regalo producto de la amistad. O sea, donde se privilegia la amistad antes que el valor o el precio.

Hay dos caballos en Argentina que marcaron un hito en la raza,
y esos dos caballos fueron un regalo producto de la amistad.
O sea, donde se privilegia la amistad antes que el valor o el precio”.

Y esos dos caballos fueron El Paleta de Gonzalo Torres, regalado por Alberto Araya, un gran criador chileno, y a mi papá El Chuchoca regalado por otro gran criador D. Italo Zunino

El Chuchoca era un caballo chico, Yo digo siempre el pequeño gran caballo de Sudamérica porque era un caballo que toda la furia no daba más de un metro treinta y ocho. Pero era una bestia genética, era un caballo muy lindo, muy lindo. Un caballo muy chiquitito pero un caballo de una tipicidad de raza chilena increíble, con todas las cualidades que uno le puede otorgar a un caballo. Un caballo con una alegría de vivir, esto el transmitía, y los líos que nos hacía. Era como una persona.

Arturo Correa decía: “Que un caballo que marca un antes y un después sale cada 25 años, el problema es darse cuenta, cuál es”.  El caballo andaba por dentro de la casa, o sea se metía al baño y había que empezar a sacarlo del baño y se metía a la cochera y rompía los autos y se metía al comedor, rompía las copas, o sea, era uno más. Una cosa es un caballo manso otra un caballo sobón, un caballo sobón no. Era manso, pero era una bestia, capaz de arrancar de cero a 100%. Velocidad, valentía, rusticidad poder de aprendizaje el caballo pasaba de 0 a 100 en un segundo y de 100 a 0 en un segundo, por eso yo alabo tanto esta raza.

Son muy inteligentes, como les decía yo, esto es un diamante en bruto. Si uno tiene un buen orfebre, te hace una joya, te hace una pieza única. Si uno tiene un mal orfebre, se pierde. O sea, uno puede hacer cualquier cosa y si le sumas una buena crianza… si uno tiene un caballo que le da 10 crías, deja dos y descarta 8, algo esta mal.  Si uno tiene 10 crías de un caballo y ocho sirven, más allá de la morfología. Pero si 8 están dentro de la media, estamos hablando de un reproductor. Si acá hay 30 yeguas, están las 30 domadas, o sea, son las 30 de andar. ¡La selección en Chile fue así!

Tuvieron un problema con el mestizaje, sí, como lo tuvimos todos, tuvieron problemas de instituciones como lo tenemos todos, pero la selección de los grandes criadores dio en este caballo especial. Porque multiplicador de caballos hay muchos, pero criadores pocos.

Después de terminar la entrevista en la Cabaña Cañumil, con su dueño Rodrigo López, un gran apasionado por los equinos, debíamos seguir viaje.

Para suerte nuestra, de esta vez, nuestro siguiente entrevistado no estaba a 700 kilómetros de distancia, si no que a 70 kilómetros.

En la región de Cuyo, provincia de Mendoza, nos esperaba D. Eduardo Fabián Lucero. De profesión Contador, una profesión no muy cercana con la equitación, pero eso no impidió que la pasión por la raza chilena de Eduardo, lo terminara convirtiendo en el presidente de la Asociación Criadores de Caballos Raza Chilena de Cuyo– Argentina.

Décima cuarta visita: Eduardo Fabián Lucero, Cuyo, Mendoza – Argentina

Soy Eduardo Fabián Lucero mi historia con los caballos empieza más o menos 30 años atrás, gracias a un amigo que conocí en una cena. Él me invita a pasear a caballo por las montañas aquí en Mendoza.

Estos paseos fueron por más o menos durante seis o siete años. Haciendo turismo, viajando, recorridos como el que se hace a la Difunta Correa, que son 250 kms. Esos los hice 5 o 6 veces.

También subí a la Laguna del Platita, que es una laguna que está abajo del cerro del Plata a 4.000 metros de altura. Después más tarde, con otro amigo, Gonzalo de la Cruz, me invita a participar del deporte ecuestre de Aparte campero (Apartar el ganado).

Ahí de a poco fui aprendiendo, al principio obviamente mal, después con bastante éxito. De ahí otro amigo nos invita a participar del rodeo (Deporte ecuestre nacional de Chile).

En realidad, la primera vez que corrí rodeo me apasionó, era un deporte totalmente distinto a lo que había hecho. Y con eso terminé sabiendo más del caballo chileno.

Soy muy amante del caballo chileno, me gusta mucho. Y cada vez que lo conozco más y cada vez que veo más sus aptitudes, me convenzo más que es un ejemplar impresionante. La actitud mayor o que a mi más me sorprendió, fue la mansedumbre. La mansedumbre de este caballo.

Mirá, cuando llegó la primera importación de yeguas chilenas, cuando fuimos a buscarlas, nos habían dicho que eran chúcaras. Y hacer entrar o salir de un tráiler a una yegua chúcara es muy difícil, sin embargo, estas entraron y salieron como si hubiesen subido toda su vida y eso es de la raza. Después la agilidad que tienen en espacios cortos, la agilidad y la mansedumbre.

Es un caballo que por más que vos le pidas mucha exigencia en un ejercicio, no termina medio loco, o que hay que bajarlo. Son caballos que tienen velocidad cuando les exiges e inmediatamente cuando los dejas ellos toman una postura mansa. Por lo menos los que yo he tenido han sido así, muy mansos, muy tranquilos, pero también con velocidad cuando se la pides. Y sobre todo una postura para el Rodeo, y es una postura casi innata. Cuando yo montaba la primera yegua chilena que tuve, y salí a galopar por primera vez, tenía que obligarla a que fuera derecho. Porque naturalmente se me ponía a andar de lado, como en el Rodeo. Y esa habilidad de moverse en espacios cortos, donde lo hacen muy, muy rápidamente.

La inteligencia, al caballo chileno por ahí le haces dos ejercicios y el tercero ya lo sabe, ya no hay que repetirle, reiterarle, como a otros caballos, sino que ya lo aprendió. Y esa mansedumbre, esa habilidad y/o agilidad es lo que siempre me ha sorprendido.