Entrevista: Escuela de Arte Ecuestre de Chile
D. Felipe Ibáñez Scott, es un empresario chileno, que según sus propias palabras nació entre las patas de los caballos. Jinete de campo desde pequeño, hizo sus estudios en la Universidad de Edimburgo en Escocia. Viviendo en Europa, no perdía oportunidad de viajar a España, y más concretamente a Andalucía, donde conoce al Pura Raza Español. Un caballo que lo cautivó desde el principio.
Y por el cual se impuso un deseo y desafío de vida: “ Cuando se le diera la oportunidad, se llevaría caballos de Pura Raza Española a su Chile natal, para ahí comenzar su propio criadero” . Y Su deseo por su perseverancia y esfuerzo se vio premiado, 25 años después de aquel primer impulso. En 1995, hace su primera exportación de caballos españoles, y comienza con su Yeguada, a la que nombra de Nobleza del Parque. Hoy casi 30 años después, tiene una de las crianzas del Pura Raza Español, más destacadas de Sudamérica. Y Una Escuela de Arte Ecuestre, donde el mismo es el principal jinete, y dirige con gran maestría, pasión y mucha dedicación.
Esto le ha valido, varios premios y distinciones internacionales, a pesar de que su escuela no ha hecho presentaciones fuera de Chile.
Entre los reconocimientos más destacados, se encuentra la que recibió en 2018 del Rey Felipe VI, la “Encomienda de la orden civil del mérito agrario”, distinción que premia a las personas o entidades por su destacada actuación en el ámbito agropecuario, dentro y fuera de España. Y el reconocimiento recibido en 2017, en el Salón Internacional del Caballo Español, en Sevilla, de manos del Ministro de Interior español de entonces Juan Ignacio Zoilo y del presidente de ANCCE Juan Tirado Agudo.
Premio que otorga la Asociación Nacional de Criadores de Caballos Española, (ANCCE) al ganadero que se halla destacado en el mundo de la crianza del Pura Raza Español.
Mi nombre es Felipe Ibáñez Scott, ¡chileno!
La idea de traer caballos andaluces y crear una Escuela Ecuestre aquí en Chile, nace en la época en que yo tuve la oportunidad de estudiar en Europa. Estuve en el colegio un par de años en Inglaterra y posteriormente cursé cuatro años en la Universidad de Edimburgo en Escocia. Durante esa época yo viajé varias veces a España y desde chico, yo he sido fanático de los caballos, nací entre las patas de los caballos. En mis viajes a España, viaje por Andalucía y ahí pude conocer el caballo español, y me causó una gran impresión. Yo sabía también que el caballo español era el precursor del caballo chileno y siendo amante de los caballos me di cuenta rápidamente la calidad del Pura Raza Español.
Ahí pensé, que si alguna vez se me diera la oportunidad en la vida, me gustaría importar a Chile caballos españoles. Con el propósito de hacer lo que yo siempre hacía de niño, que era montar buenos caballos en el campo.
Así que pasaron, 20, 25 años, hasta que llegó ese momento. Preparé unos viajes a España con mi señora. Después de cinco viajes en que ya los criadores que me recibían decían, :»Cuidado con el chileno, porque mira mucho pero no compra«, pero es que antes quería instruirme bien. Después de esos cinco viajes donde hice buenos contactos, compré dos sementales y tres yeguas de la ganadería San Miguel que quedaba cerca de Barcelona. Y terminé comprando allá, porque tenía muy buen ganado, por un lado, pero también porque había una peste equina africana, que en ese momento afectaba el Sur de España, y no se podían exportar.
Mi idea era traer estos caballos para montarlos en el campo.
¿Cómo nace la idea de crear la Escuela de Arte Ecuestre de Chile?
La verdad es que poco a poco y sin casi uno darse cuenta. Yo mantuve el contacto con España, de viajar una o dos veces al año.
Allá había estado varías veces en la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, donde conocí a personajes importantes que me abrieron las puertas. Y cada vez que volvía a mirar el espectáculo y a visitar la escuela, me sentaba ahí y pensaba: “Qué cosa tan bella es este espectáculo, son todos tan bonitos y tan funcionales, ¿cómo lo harán, cómo los doman a estos caballos?”. Y de a poco fui conociendo como lo hacían, incluso yo también tomé algunas clases de equitación de doma clásica.
Los caballos que traje, los sementales estaban domados, y particularmente uno que fue el caballo fundador de mi escuela, que se llamaba Avispado Segundo, fue mi profesor más importante. Él me enseñó a montar bien, porque era un caballo tan fino, era un caballo tan especial, que si uno hacía bien las cosas entonces uno lograba una expresión magnífica de los distintos aires clásicos del caballo, si uno se equivocaba en algo, aunque fuera un detalle, el caballo le indicaba que no entendía.
Así que Avispado Segundo, fue mi gran profesor. Recuerdo cuando vino mi amigo Manolo San Miguel, que fue el criador de los caballos que me traje de España, de quién me hice íntimo amigo. Cuando vino a Chile, yo quería mostrarle como estaban sus caballos, pero montados. Montados por mí y una otra persona que yo le había enseñado las cosas básicas de la doma clásica.
Y desarrollé un espectáculo, con dos jinetes, el otro jinete era quien se encargaba de las pesebreras. Diseñé 5 o 6 números, y lo recibí en el picadero que yo tenía en esa época.
Y ese fue el inicio de la Escuela de Arte Ecuestre de Chile. Cuando me visitó por una segunda vez, ya tenía cuatro caballos, le hicimos el espectáculo y ahí la verdad es que esto me fue cautivando.
Y fui entendiendo poco a poco lo que significa el arte de la equitación clásica, la belleza, la profundidad el desafío artístico e intelectual, que hay detrás de esto. La historia que se remonta a siglos atrás, a las cortes de Europa y la expresión de Arte y Cultura que esto significa.
Una expresión de civilización, y todo esto me fue cautivando y poco a poco fuimos desarrollando esto aquí en Chile. Aunque no tengo un vínculo, nunca he tenido un vínculo formal con la Real Escuela de Arte Ecuestre andaluza, he tenido un vínculo más bien de amistad, pero nada formal, he hecho esto a nuestra manera. Y de forma totalmente autónoma.
Y hemos estado criando caballos y poco a poco formando jinetes, yo siempre montando también, enseñándole a los jinetes como subirse a un caballo.
Lo que nos ha funcionado es buscar personas de la región donde está el campo nuestro, donde criamos los caballos. Y buscar personas que tengan una actitud determinada frente a la vida, que tengan ciertas condiciones y ciertas habilidades básicas. Y si demuestran esa actitud y habilidades básicas, nosotros les podemos enseñar de cero. Y eso es lo que nos ha funcionado, porque esto es una disciplina de muy alta técnica y hay que aprenderla bien. Ojalá con caballos maestros, tal como yo aprendí.
Esto se aprende bien con un profesor pie a tierra, y para eso me traje un profesor de España. Hay que aprender también estudiando, porque esto es una expresión académica de la equitación, y eso también hay que saberlo. Y para saber hay que estudiar, hay que leer, no basta solo con montar. Hay que entender por qué se hacen las cosas, porque si uno le va a enseñar a un caballo, si uno va a ser un profesor de un caballo, que es lo que nosotros intentamos hacer, esto se debe hacer bien. Uno tiene que entender por qué se hacen ciertas cosas y cuál es el motivo y cuál va a ser por lo tanto el efecto que queremos lograr.
Estudiar, leer mucho y luego montar y montar, para perfeccionar esta equitación clásica tan bonita.
La Escuela de Arte Ecuestre de Chile, hoy día está compuesta por ocho jinetes titulares y agrego a mi señora y a mí, y con eso somos 10.
A parte tenemos tres cocheros, y un especialista, en los saltos de escuela, por lo tanto, somos 14 personas, más los mozos de cuadra y toda la gente de asistencia.
¿Y esta representación solo la han hecho aquí en Chile o tambien en otros países de Sudamérica ?.
No, no, las hemos hecho solamente aquí en Chile. Y la verdad es que el motivo de la existencia de la escuela, no es hacer presentaciones. Las presentaciones son una consecuencia, lo que nos interesa, es desarrollar el arte de la equitación clásica, nos interesa como un desafío cultural, intelectual y artístico en la cría a nuestros caballos y la formación de jinetes.
Buscando siempre la perfección, o mejor la “esquiva perfección”, ya que nunca se logra. Y eso es lo bonito, porque en esto, en mi opinión, uno podría pasarse tres vidas haciendo esto y todavía no llegaríamos a lo que estamos buscando.