La ruta del caballo chileno por Sur América

La Ruta del Caballo Chileno por Sudamérica (I). Argentina

Visita 1: Cabaña Tulumaya. Visita 2: Cabaña Santa Celia, en la Estancia Villa Amelia. Visita 3: Cabaña La Escondida, La Pampa
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Si bien el caballo en Sudamérica tiene todo el mismo origen, un caballo llevado por Colón en su segundo viaje, cuando conociendo la geografía de ese continente decide embarcar animales para poder explorar el nuevo mundo. El paso del tiempo, en territorios tan extensos, los equinos fueron reproduciéndose en libertad y poblando así la diferente geografía.

El agrónomo y zootécnico Uldaricio Prado, en su libro “El caballo chileno”, escribe que los primeros equinos que llegan a Chile, fue alrededor de 1540, introducidos por el norte desde Perú por el conquistador Pedro de Valdivia y más tarde otras manadas traídas desde Argentina, con origen directo de España que habían llegado ahí con el conquistador Pedro de Mendoza.

De un mismo origen las razas caballares fueron tomando sus propias características, la herencia, las imposiciones del clima y sobre todo la voluntad del hombre que los trabajó, fue creando una nueva raza.

En Chile en 1889 comienza ya la inquietud por darle nombre a esa nueva raza caballar que al entender de criadores ya demostraba características propias. “Fue así que, en noviembre de 1889, nace la inquietud de abrir un registro especial para reproductores caballares de “raza chilena” al interior de la Sociedad Nacional de Agricultura”. Según registra el historiador e investigador D. Arturo Montory Gajardo, en su libro “Historia del caballo chileno de pura Raza”.

Lo que se concreta el 20 de agosto de 1893, publicándose en el Boletín Oficial de la Sociedad Nacional Agricultura, lo que lo hace el registro más antiguo de Sudamérica.

«La Ruta del Caballo Chileno por Sudamérica»

«La Ruta del Caballo Chileno por Sudamérica»: Es una idea de largas conversaciones, sobre el origen y descendencia del caballo de raza chilena con el presidente de la Federación de Criadores de caballos chilenos D. Roberto Standen, que atrajo rápidamente nuestro interés de llevarlo a cabo junto a Ricardo Contreras del  Canal del Caballo de Chile.  Y para la cual solicitamos el apoyo de la Federación Criadores de Caballos Raza Chilena.   

Un recorrido tras la huella del caballo de raza chilena por varios países de América del Sur, en busca de testimonios vivos que dan cuenta de la influencia del caballo chileno, y su expansión por el resto de América.  Y que aquí en el canaldelcaballo.es, iremos contando para nuestros lectores. Terminando el viaje , presentaremos unos reportajes audiovisuales, de manera simultanea en el canal del caballo de Sudamérica  junto a nuestro canal de YouTube.

Primera Visita: Cabaña Tulumaya

(@cabanatulumaya)

La ciudad de Mendoza, en Argentina es conocida mundialmente por sus vinos, como la cepa Malbec y otros tintos que destacan entre los mejores vinos del mundo. Pero lo que pocos saben, es que Mendoza y sus alrededores tienen grandes criadores de caballos, donde en sus cabañas se crían hermosos ejemplares del caballo criollo. 

Nuestra primera parada fue en una de estas Yeguadas, llamadas aquí Cabañas, la Cabaña Tulumaya, en Rivadavia a 60 kilómetros de la ciudad de Mendoza, del criador y maestro de Jinetes D. Roberto Petri.

El nombre de Tulumaya , vocablo indígena que quiere decir Arco del Cielo, nos explica D. Roberto Petri , fue elegido familiarmente, porque este rincón en la provincia de Mendoza , es un lugar que mantiene el espíritu de los Gauchos de antaño, y ha sido para él y su familia un adelanto del cielo en la tierra.

Y es en este maravilloso lugar, lleno de historias es que nos recibe, junto a uno de sus hijos, Fernando Petri para compartir con nosotros su historia, relacionada con el caballo, que de chile por años viene cruzando la cordillera.

Roberto Petri: “En cuanto a lo que al mundo del caballo se refiere, yo siempre digo que la cordillera de los Andes no nos divide, sino que al contrario nos une e históricamente hemos estado unidos, esto es algo que les cuesta entender, por ejemplo, a mis paisanos de Buenos Aires, de Córdoba y otros lugares. No entienden porque tenemos tanta relación. Pero Mendoza, pertenecía a la Capitanía General de Chile y tuvimos 300 años de esa relación, entonces siempre hemos tenido un gran intercambio, social, político y económico. Sobre todo, porque iban arreos de todo tipo de mercaderías, tanto de un lado como del otro. Y así iban y venían caballos de un lado al otro. Pero fue en los años 70 que se comenzó una importación del caballo chileno de forma más organizada y con un propósito, mejorar la funcionalidad del caballo criollo argentino.

Canupil Gaspar sangre chilena en cabaña Tulumaya
Cañupil Gaspar sangre chilena en cabaña Tulumaya
Canupil Gaspar un potro de sangre Chilena

Y en esto no puedo dejar de nombrar a D. Gonzalo Torres, uno de los primeros que comenzó a recibir buenos caballos chilenos, y los tenían en Firmat, provincia de Santa Fe, y en Miguel Torres.

Ahora los mendocinos que somos los que tenemos mejor relación con Chile, tal vez por la cercanía, veíamos con cierta simpatía y agrado todo esto, porque los chilenos tuvieron no sé si la inteligencia o cómo llamarlo, pero ellos se preocuparon por la funcionalidad en el caballo. Que fuera un caballo súper ágil ligero y sobre todo también valiente con el ganado que moviera bien las patas y nosotros íbamos por otro lado, aquí se buscaba un caballo bonito, era otra cosa. Y esto a mis compatriotas les costaba entender, hasta que se empezó a ver que en las competencias de rienda y después en el rodeo nuestro, estos caballos de origen chileno empezaron a ganar y destacarse, sobre todo en las riendas.

En mi caso, yo inicie hace 40 años mi criadero con sangre chilena, la descendencia de un caballo llamado Condorito, padre de Gavilán.  Y tuve la suerte de importar un padrillo chileno, y tres yeguas La Rota, La Elegante y La Horcaja y eso es la base de mi criadero.

Segunda visita: Cabaña Santa Celia, en la Estancia Villa Amelia. Córdoba – Argentina

Con 54 años criando caballos, Mariano Wenceslao Andrade, es un hombre que sabe de lo que habla, en lo que a razas caballares se refiere, y más si se trata del caballo criollo. Nos recibe en la Estancia Villa Amelia, con mas de 125 años en ese rincón de la provincia de Cordoba. Donde desarrolló, su criadero, Cabaña Santa Celia.

Con 15 años, comenzó lo que hoy es un reconocido criadero de caballos criollos, que como él mismo dice, a diferencia de otros criadores, no heredo, si no que fue el pionero. Con todo lo que esto significa, en un mundo donde cada paso es un aprendizaje y son de tanto valor las experiencias anteriores.

Para Mariano, el mundo del caballo esta muy ligado a la familia, y su manera de entender la crianza de equinos, siempre estuvo relacionado a la reunión familiar, a llevar esto como un emprendimiento donde todos puedan participar en mayor o menor medida, pero que sea un motivo de unión.

No es con poca emoción que Mariano al ir mostrando el campo Santa Celia, muestra cada rincón ligado a un recuerdo, “Aquí en este lugar, (mostrando un bello arroyo) hacemos el asado, mientras mis hijos y ahora nietos chapotean en el agua en verano” nos comenta Mariano lleno de orgullo.

Y más adelante, nos muestra otro potrero donde vio montar a su nieta por primera vez, y sus ojos se iluminan, demostrando que no importa lo Gaucho que seas, el corazón late igual para todos los hombres, cuando vemos la descendencia y continuidad de nuestros sueños.

Por su relación con el mundo del caballo, Mariano es una persona que viaja mucho, y hace solo unos meses atrás visitó Chile. Su viaje tenía que ver con la participación de un concurso de Aparta, una prueba ecuestre que consiste en emular algo que los jinetes de campo hacen cuando arrean el ganado. Y que el mismo creó en Argentina, pasando a Chile hace ya un par de años.  Una prueba que vino a fortalecer aún más ese deseo de Mariano de Caballos y Familia. Ya que la prueba de Aparta en Argentina, como en Chile se han transformado en un evento familiar.

Cuando le preguntamos sobre el caballo chileno, hace una pequeña pausa, y mirando a los ojos nos responde, con muchísima calma y seguridad.

Mariano Wenceslao Andrade “Debo antes que nada hacer un elogio de lo que es el espíritu del Creador chileno. A mí me gusta mucho, cómo defiende el creador chileno su raza, cómo la valora. Y sobre todo cómo le da la posibilidad a cada caballo de exponer todo su potencial, en el pueblito más pequeño de Chile, yo he visto medias lunas. He visto corrales. Yo he visto huasos trabajando con sus caballos, tratando de sacar de cada animal lo mejor. Tienen caballos muy corajudos caballos muy valientes, esa es un poco la característica que yo le reconozco al caballo chileno. Caballo de mucha potencia de mucha explosión realmente un muy buen caballo corralero, que aparece de hecho en la trazabilidad en todas las razas de América, tanto en Uruguay como en Paraguay como en Brasil como en Argentina el caballo chileno ha estado presente y ha aportado justamente eso.

Yo solamente de lo que observo y me ha tocado vivir en este mundo del caballo criollo y chileno, es que son caballos muy dúctiles. Caballos que pueden hacer muchísimas disciplinas, no solamente las que estamos acostumbrados, referente a lo que tiene que ver con el ganado y las tareas camperas. Es un caballo que es sumamente tranquilo, que uno puede subir a un niño y el caballo se comportará perfectamente bien. Y a su vez, el mismo caballo montado por un jinete con experiencia, el caballo se vuelve un león, capaz de alzar un novillo. Y eso es característica de raza.

Un caballo muy versátil, podemos hablar de los caballos que efectivamente incursionan en otras disciplinas, como es la equitación, como es el salto, la prueba de rienda. Incluso el caballo criollo, y en eso valoro y felicito a aquellos que los han llevado a otros niveles, como por ejemplo una prueba de acoso y derribo en España. Una cultura tan linda y tan allegada a nosotros.

Hay otras razas que son espectaculares, pero que si no están en unas condiciones óptimas no dan ni ganas de ensillar. Pero nuestro caballo, tiene esa rusticidad, ese estado permanente de salud que, en cualquier momento del año, uno lo puede usar para cualquier actividad.”

Tercera visita: Cabaña La Escondida, La Pampa

Nuestra tercera visita en La ruta del Caballo chileno, nos llevó a una de las provincias menos pobladas de la Argentina, La Pampa.

De amplias llanuras, y un extenso territorio, donde la historia da cita a poblaciones indígenas que vivieron en estas tierras con un modo de vida nómade, de cazadores y recolectores. Y fueron nombrados por los españoles “Indígenas Pampas”, que, del idioma quechua sureño, quería decir hombres del llano.

En La Pampa, fuimos al encuentro de D. Victor Esevich, de origen ruso, ¡pero Gaucho!, ya que como dijo alguien por ahí: “Ser Gaucho es mucho más que una opción geográfica es una filosofía de vida”. 

Filosofía que D. Víctor, su esposa Estrella y toda la familia han sabido practicar y transmiten de una manera admirable, con todo aquel que llega hasta la Cabaña La Escondida.

El origen de su cabaña tiene más de 50 años, y empezó con dos Yeguas de origen chileno, con una selección de eje funcional, de más de 200 años, que es justamente lo que están de acuerdo hasta ahora, todos nuestros entrevistados, que aportaba el caballo chileno.

Esas dos yeguas que D. Víctor recibe de regalo a los 19 años, de parte de un gran amigo, D. Gonzalo Torres. ( a quién conoceremos en la próxima entrega de este apasionante viaje, por boca de su hijo Pedro Torres).

Las dos Yeguas eran hijas del Paleta, un caballo que en boca del mismo D. Víctor, fue el caballo que llegó a revolucionar la función a la Argentina. Y que tiene una gran historia, que la reservamos para el documental audiovisual que estamos preparando del viaje.

Volviendo a la historia de D. Víctor, por su empeño de estudiar, investigar y comenzar su cabaña con sangre chilena, tuvo la oposición de algunos coterráneos criadores que no entendían el porque de su empeño. Y no fueron pocos que lo empezaron a “acusar” de despreciar la sangre argentina a favor de la sangre chilena, lo que no era verdad, y que claramente no le hacía mucha gracia, pero su convicción le llevo a enfrentar esas críticas.

Víctor Esevich: “Yo tenía una convicción de que los caballos de allá eran mejor que los de acá, le gustara a quién le gustara y tuviese la oposición que tuviese.  Y pronto yo empecé a ver que ganaban.

Entonces tan errado no estaba con mi convicción y siempre ganaba yo , y siempre ganaba yo, y no era que yo era dios! era que tenía mejores caballos. Esa era una realidad, hasta que ellos se dieron cuenta y empezaron a cabrestear y a tratar de imitarnos, hasta que se puso de moda y entonces todo el mundo andaba buscando caballos chilenos, todos menos Raúl Moneta , dueño de una de las cabañas más importantes de Argentina, La República. El, no quería dar el brazo a torcer, ya que decía que tenía que haber tantos buenos caballos como los de Chile. Y puso a su gente a buscar esos caballos, pero al parecer no se encontró. Un día el hombre me llamó a su oficina, tiene una oficina brutal ahí en Buenos Aires y me dijo necesito que me alquilé el Facón, uno de mis mejores padrillos de sangre chilena.

Ahí le dije que en ese momento no podía porque yo lo estaba usando, y el hombre insistió, y me dice: “Bueno cuando lo termines de usar te lo alquilo por unos meses”.

Esto no era algo común, y menos si no eras amigo, pero a ver, yo no lo presté, vamos a hablar las cosas claras, lo alquilé y lo alquilé por muy buena plata. A mí me hacía falta la plata y me hacía falta los caballos. Así que me pareció una oportunidad alquilarlo. Y el lo tuvo esos meses, para cubrir algunas yeguas y los resultados no tardaron en salir a la luz, ya que empezó a tener éxito. Esto fue así de sencillo, la caballada de Moneta se oponía a los caballos chilenos y era de una manera, la cambio y empezó a ganar también.

Yo no se si en Argentina queda alguna línea que no tenga sangre chilena, y haber sido de los primeros que empezamos con eso, para mi es una satisfacción. Una gran satisfacción.

Fotos: Jaime Ramírez